This is a guest post by Cuban professor Armando Camacho Costales. It is a continuation of a previous post. Armando is interested in the self-employment sector in Cuba and writes about the Internet on his blog Cuba 2.0.
Cuba posee una cantidad abrumadora de normas y barreras burocráticas que obstaculizan el desarrollo del sector privado de la economía. Sector mayoritariamente orientado hacia los servicios. Restaurantes y cafeterías, hostales, alquiler de casas y habitaciones y transporte de pasajeros representan más del 40% de las licencias activas al cierre del primer semestre del 2020. Otro 30% corresponden a trabajadores que constituye “fuerza de trabajo contratada” por esos “emprendedores”. Aproximadamente 25% lo constituyen trabajos artesanales o casi folclóricos (por ejemplo, desmochador de palmas); solo un 5%, 32 699 trabajadores, pueden ser considerados emprendimientos tecnológicos.
Estos “negocios privados” tienen en el turismo, o en menor medida a los cubanos residentes en el extranjero, como sus principales clientes y fuente de ingresos. Una encuesta señala que el 75% de sus ingresos provienen de esos dos mercados. La escasez de productos de primera necesidad ha impulsado a las autoridades una cruzada de acciones policiales y judiciales en contra de las “actividades de la economía sumergida” por lo que a la pérdida del 75% de sus ingresos también enfrentan el desabastecimiento de insumos. En la antes citada encuesta los “cuentapropistas” declaran que su cadena de suministro proviene en un 21% del “mercado negro” o la “economía sumergida”. A lo anterior se le agrega los desajustes macroeconómicos y estructurales pendientes por resolver de la economía cubana.
Todo ello hace que el “trabajo por cuenta propia” (TCP) y sus “emprendimientos empresariales” enfrenten en la actualidad un colapso estructural solo comparable al “periodo especial” acontecido en la década de los noventas del pasado siglo.
De 632 557 “trabadores por cuenta-propia” (TCP) activos en febrero del 2020, 243 203 (38%) a finales de marzo solicitaron suspensión temporal para no operar a consecuencia de la pandemia del SARS COV2. Los más afectados resultaron los trabajadores contratados con 60 318 (25%), transportistas 42 213 (18%), arrendadores de habitaciones 21 714 (9%) y servicios gastronómicos 14 464 (6%); de acuerdo a cifras oficiales.
La situación empeora con respecto al pequeño y dinámico número de emprendimientos en el sector info-telecomunicaciones; la autorización de nuevas licencias está suspendida desde 2017 a la espera que el Ministerio de las Comunicaciones actualice el alcance de la actividad. Hasta la fecha se mantienen las tres (3) actividades aprobadas hace ya más de una década:
- Agente de telecomunicaciones y agente postal
- Reparador de equipos electrónicos
- Programador de equipos de cómputo.
Al cierre del primer semestre del 2020 trabajan como "Agente de telecomunicaciones y agente postal” 27 888, “Reparador de equipos electrónicos” 3 747 y “Programador de equipos de cómputo” 1 064 trabajadores. Un total de 32 699; 5% de todas las licencias activas al cierre del primer semestre del 2020.
“Agentes de telecomunicaciones” la actividad comienza a desarrollarse a partir del 2014 cuando se les permitió a los cubanos el acceso a internet y representan el 85% del total y no requiere conocimiento técnico alguno al ser los encargados de gestionar la venta y el cobro de los servicios de
ETECSA percibiendo por ello una comisión por estas ventas. La edad promedio de estos trabajadores sobrepasa los 45 años y constituye un ingreso suplementario para muchos pensionados. Por su parte
ETECSA disminuye personal, costos de oficina, salarios y al mismo tiempo acercan sus servicios a las comunidades, muchas de ellas pequeñas comunidades rurales, las 24 horas del día los siete días de la semana.
“Reparador de equipos electrónicos” sus titulare son los empresarios de la mayor parte de los talleres de reparación e instalación de aplicaciones para los teléfonos inteligentes, computadoras personales y demás dispositivos. Desde el 2016 se encuentran en el entorno de los 3740 trabajadores activos; con muy pocas nuevas incorporaciones; la edad promedio 35 años. De las tres actividades es la que más empleo crea pues el 50% de los titulares declara emplear al menos a otro trabajador por cuenta propia.
“Programador de equipos de cómputo” representa el 3% con 1 064 licencias, cifra inferior a la repostada en nuestro primer análisis. Es la más dinámica y volátil de las tres; con estudios universitarios y edad promedio 30 años.
Desde el 2017 no se han incorporado nuevos programadores; pero 745 han abandonado la actividad desde igual fecha. Las licencias se encuentran en su mínimo en los últimos cinco años. La de mayor concentración geográfica, el 67% (712) residen en La Habana.
Las tres actividades por cuenta propia se encontraban paralizadas desde finales del 2016; mucho antes del cierre por la pandemia de la COVID-19; la consecuente depresión económica, solo ha amplificado la tendencia a la baja de los últimos cuatro años.
Los negocios particulares resurgieron en la Isla como una necesidad, más que una opción, para enfrentar el colapso económico del 1994 y el subsiguiente desplome de industrias tradicionales como la agro-azucarera; la que no logrado recuperar sus niveles de exportación anteriores a 1989.
El trabajo por cuenta propia constituye uno de los sectores más dinámicos y volátiles de la economía nacional, representa entre un 7% y 15% del PIB y ha creado más de 600 mil nuevos empleos.
Su reto hoy será encontrar los mecanismos internos y externos mínimos para sobrevivir el colapso del 2020 y para las autoridades gubernamentales y reguladoras la urgencia de establecer políticas agiles y realistas acordes a la nueva realidad que impida le ocurra algo similar con las exportaciones de azúcar refinada.
¿Es posible reconvertir el trabajo por cuenta propia en pequeñas y medianas empresas más orientadas a la nueva economía digital?
Para ello es necesario establecer cuanto antes un paquete de ayudas crediticias-fiscales y reformas operativas y de gestión que detenga la actual tendencia al decrecimiento, después adelantar el proyectado cronograma legislativo que permita promulgar cuanto antes las anunciadas nuevas leyes de: empresas, de inversión extranjera o fiscales.
Las actuales normas vigentes para el sector tecnológico privado han sido modificadas dos veces entre el 2018 y el 2019, las cifras demuestran que han fracasaron; ahora bajo las actuales circunstancias económicas están obsoletas.
¿Existe un futuro para los emprendimientos privados tecnológicos en Cuba?
El futuro para los emprendimientos privados en el sector tecnológico es sombrío, difícil de predecir, y a los efectos prácticos se encuentra prácticamente detenido; podría llegar a mínimos históricos o desaparecer la actividad de programadores para el 2021. Para evitar esta posibilidad urge:
- Otorgar cuanto antes nuevas licencias. Aumentar o diversificar el número de licencias en sectores con mayor valor añadido como las del sector tecnológico; con ello se al menos se podría detener la actual tendencia decreciente y el éxodo de un personal altamente calificado.
- Aprobar un mayor alcance para los programadores se les permita la posibilidad legal de comercializar nacional e internacionalmente sus productos, servicios o bienes; asociarse en cooperativas o espacios de “coworking” de acuerdo a las mejores prácticas internacionales e importar equipos o servicios de alta tecnología.
- Modificar o eliminar las actuales estructuras verticales por otras más dinámicas de conformidad con la actual revolución tecnológica del siglo XXI.
- Reformar la actual política fiscal para el sector privado. Identificada por el sector como la mayor barrera que impide su desarrollo. La política tributaria debería establecer impuestos similares al sector privado o estatal; la actual estructura fiscal afecta el flujo de caja, la creación de nuevos empleos e incita a la elusión y evasión fiscal.
- Facilitar la reconversión de estos negocios personales en pequeñas y medianas empresas con oportunidades análogas a las otras formas de propiedad en la economía nacional.
Proyecciones de la Organización Mundial del Turismo (OIT) prevé una caída entre el 60% y el 80% del sector, y una lenta recuperación en el 2021 (condicionada a que se pueda detener la pandemia). Con estas proyecciones tampoco se prevé una recuperación a corto plazo de la economía cubana. Permitir que desaparezcan 300 mil empleos privados junto al 10% del PIB en dos años no debería ser una opción para la sociedad cubana.
La actual recesión económica podría funcionar como una ventana de oportunidades a mediano plazo que permita la transformación de los actuales (y la creación de nuevos emprendimientos privados) más orientados al sector productivo para satisfacer las demandas básicas de una sociedad desde la perspectiva de una “nueva economía digital” y una sociedad del conocimiento al servicio de otros emprendimientos en los sectores primario y secundario. Estos negocios tecnológicos proveerían herramientas y conocimientos para incrementar la calidad, la rentabilidad y la productividad de toda la estructura económica nacional.